«La exasperación de una idea ligada a las emociones puede dar lugar a muchos pequeños contenedores de sabiduría». MP
El fruto de una intuición que se ha materializado tras años de
estudio y trabajo, habituados a verlos apilados en los muelles, a
asociarlos con la idea de transporte de mercancías, el contenedor,
este objeto-símbolo del cambio, que una vez
desechazo se recupera para convertirse en obra, instalación
y espectáculo. Un nuevo lenguaje con fuertes contenidos
psicoculturales, una interpretación de la realidad que
remite a arquetipos que gobiernan la imaginación y
que unen la especie humana con su pasado. Una suerte de
«puerta estelar» que une pasado y presente, signos
primordiales y símbolos de la civilización contemporánea.
¿Una obra monumental al aire libre? Es todo esto y
mucho más, esta impetuosa creación, un viaje a través de
hábitos y excepciones: la vida cotidiana que se interrumpe,
que se transforma en arte y refugio, espacios cerrados y abiertos, y sensaciones
y emociones. Este nuevo concepto, esta mezcla de arte y
contenedor, nos reconduce hoy a un conjunto de lugares que
dialogan entre sí y con el espacio circundante, entre arte
verdadero y bienestar físico y mental, un lugar de reencuentro con
uno mismo y con un mundo sensorial, hecho de materiales,
formas, sonidos, luces, perfumes, un mundo nuevo por descubrir
de bienestar, además de todo aquello que hemos
conocido...